Hoy, vamos a aprender a gestionar nuestras finanzas personales, a crear nuestro presupuesto y consejos para poder seguirlo de manera sencilla.
Si tenemos cuentas individuales y luego las finanzas familiares, serán presupuestos distintos. Otra opción es juntar las finanzas de la pareja o familia al 100%. Esta decisión depende más de las opiniones personales de cada uno y de factores psicológicos. Pero, a la hora de crear el o los presupuestos, esta decisión debe estar tomada.
Paso 1: Diagnóstico
En el capítulo Me sobra mes a final de sueldo, Antón López-Leitón, asesor financiero, nos recomendó escribir aquellos gastos que tenemos, si bien es un proceso manual. Por eso, una buena solución sería usar un agregador financiero que haga buena parte del trabajo. No lo hará bien de entrada, revisa bien las transacciones, categorías… y que esté todo en su sitio. Si acabas de empezar con él, no lo hará a tu gusto y requiere de cierto tiempo. En el último artículo, puedes ver los que son, en mi opinión, los mejores agregadores financieros.
Puedes hacer el diagnóstico con el agregador de dos formas: sincronizar tus cuentas y realizar el diagnóstico con el histórico, o agregar tus cuentas y empezar a aplicarlo desde el mes en el que empiezas, y revisar simplemente el día a día a partir de ese mes. Es decir, si empiezas el 10 de enero, revisa y categoriza todo a partir del 1 de enero y empieza a utilizarlo hoy mismo para todas las futuras transacciones. No es lo mismo revisar un mes de transacciones a 3-4 meses. Por supuesto, también puedes usar un Excel que haga los cálculos, pero requiere que metas todos los datos manualmente. Y hacerlo en papel requiere no solo lo escribas, sino hagas los cálculos manualmente y calculadora en mano. Si te cuesta llevar las cuentas, has de hacerlo sencillo y de la manera más automática y simple posible. Un agregador, por su lado, te debe dar trabajo al inicio, pero después debería ir todo bastante automático.
Es importante que no te engañes. Mira cuánto gastas, no hagas presupuestos de entrada. Los agregadores te animan a ello, pero es un error. Por mucho que digas que vas a gastarte solo 30€ en restaurantes, si tienes costumbre de salir cada viernes a cenar, no se va a cumplir. Recuerda, estás en la fase de diagnóstico, no vamos aún a poner soluciones.
Una vez tengas los datos de un mes completo como mínimo, utiliza esta plantilla de hoja de cálculo e introduce tus gastos medios de un mes. Haz una copia en tu Google Drive y empieza a introducir los datos.
Paso 2: Revisemos la teoría. ¿Podemos aplicarla?
Ahora, que ya tenemos nuestra foto fija de cómo gastamos, vamos a revisar la teoría. No te hagas ilusiones, es difícil cumplirla. Hay una serie de Netflix llamada How to get rich (que significa: cómo hacerse rico) donde su presentador, Ramit Sethi, da pinceladas sobre su sistema y en su web y redes sociales presenta su proyecto de presupuesto personal. También hay mil libros sobre el tema y presentan porcentajes similares a los que hace Ramit Sethi. Siento decirte que lo que dicen es muy bonito, pero difícilmente aplicable si tu sueldo no es alto. Milagros a Lourdes.
La teoría dice que tus gastos fijos no deberían suponer más de un 50%, aunque algunos de ellos incluyen los gastos variables obligatorios. Es bastante frecuente que recomienden el sistema 50/30/20: 50% para gastos necesarios e imprescindibles, 30% para ocio, caprichos etc., y un 20% al ahorro. Suena maravilloso, ¿verdad? Eso significa que deberías poder sobrevivir y pagar todos tus gastos necesarios con la mitad de tu sueldo. Irreal para muchos sueldos.
Revista tu plantilla y mira si la suma de gastos fijos y gastos variables, que forman el apartado de gastos obligatorios, son menos del 50% de tu sueldo. Seguramente la respuesta sea no. En mi caso lo es. Y con el coste de vida actual y los salarios actuales, difícilmente conseguirás hacerlo realidad.
Aun así, basándonos en la teoría, podemos conseguir cierta información. Si nuestro alquiler o hipoteca por sí solo supone más del 30 o 40% de nuestros ingresos, implica que es demasiado alto para nuestros ingresos. Y aquí, solo vemos dos soluciones: o un cambio de vivienda o un aumento de ingresos. No hay más. Bueno, sí, hay que recortar muchos otros gastos y, en caso de que nuestros ingresos bajen, nuestro margen de maniobra sera muy bajo y estaremos en apuros. De ahí que necesitemos un buen fondo de emergencia, como comentamos en el podcast. En el próximo artículo, aprenderemos qué es el fondo de emergencia y dónde podemos guardarlo.
Paso 3: Revisemos precios
Hay gastos obligatorios de los que no podemos prescindir, pero no significa que no podamos pagar menos. Empieza por lo sencillo: marcas más baratas de comida, menos cantidades… A continuación, busca mejores tarifas de luz, internet… También revisa las coberturas y precios de tus seguros. Próximamente, hablaremos de estos temas para que puedas ahorrar en todos estos gastos fijos.
Paso 4: Proyecto minimalista
Ve a la pestaña de proyecto minimalista. Vamos a iniciar la primera fase: ¿qué haríamos si viviéramos con lo justo?
Recorta todos aquellos gastos de miscelánea a 0. Vamos a mínimos. Solo introduce los gastos de mera subsistencia: tu vivienda, suministros, supermercado… preferiblemente, tras haber realizado el recorte de precios en, al menos, los suministros. Y los seguros, puedes empezar a investigar y ver si conviene o no renovar las pólizas que tienes contratadas.
Todo aquello que realmente no necesites: FUERA.
Si este presupuesto es muy inferior a tus ingresos, lo has conseguido. Puedes ir directamente al Paso 6. A partir de aquí, podremos ir añadiendo otros gastos. Si no te sobra apenas nada, lee el Paso 5 por si pudieras hacer algo. Y en el caso que el presupuesto minimalista sea superior a tus ingresos, hay que tomar medidas. Vayamos al Paso 5.
Paso 5: Cuando el presupuesto minimalista no es suficiente
Cuando el presupuesto minimalista es superior a tus ingresos, entonces tenemos un gran problema. En la mayoría de los casos, viene de la vivienda. En otros casos, es el exceso de endeudamiento: tarjetas de crédito revolving, pagos aplazados, préstamos para el coche, viajes… Pero lo que nos dice este presupuesto es que estás viviendo muy por encima de tus posibilidades. Y las soluciones son tres: ganar más, gastar menos y eliminar deudas.
Si vives de alquiler, es posible que haya viviendas más baratas en tu zona o, al menos, en tu municipio o área metropolitana. Si es así, puedes hacer dos cosas: negociar con tu actual casero o mudarte a una vivienda más económica. Eso sí, valora el coste de la mudanza y las condiciones del contrato de la nueva vivienda antes de dejar la que ya tienes. Y ojo en cómo negocias con tu casero. Si tienes muy claro que puedes irte a una vivienda más económica, tu estrategia de negociación podrá ser más agresiva. Por poner un ejemplo, yo siempre he sido un buen inquilino, pero un casero me quiso literalmente subir el alquiler a casi el doble cuando venció el contrato: de 680€ a 1.300€. Le propuse pagar 800 y acabé por subir a 900€. Mi argumento fue que había pisos equivalentes a 800€, pero por evitar la mudanza estaba dispuesto a pagar 900€, y que había visto pisos en mejor estado que el suyo por 1.000€. Dijo: “por menos de 1.100€ no te lo alquilo”. Cuando le comuniqué poco después que había ya reservado otra vivienda y, por lo tanto, ya no íbamos a negociar más, entonces aceptó mi oferta de 900€, la cual rechacé. Le dije los motivos: “Me ha quedado claro que su palabra no vale para nada y la mía, en cambio, sí. Ya me he comprometido con otra persona. Usted no quiso aceptar mi oferta de 800 ni 900€ y me mudo a un piso en mejor estado y más alto”. Entonces bajó a 800€ y dijo aquello de “aún no has firmado nada, puedes echarte atrás”, y entonces reafirmé mi postura sobre el valor de mi palabra, yo ya había acordado verbalmente que me lo quedaba y, al contrario que la suya, mi palabra sí tiene valor. Es curioso como mis 2 primeras ofertas pasaron a ser buenas para él cuando antes eran inaceptables.
En mi caso, no llegué a un acuerdo con este señor porque vi que en 3 años volvería a tener el mismo problema. No merecía ahorrarme 100 o 200€ mensuales y correr ese riesgo. Firmamos un alquiler de 1.000€ pero con unas condiciones que me daban derechos superiores a los que requería la ley. Y no, la nueva casera no era tonta, quería un inquilino a muy largo plazo y no tener dolores de cabeza, y lo demostró en las condiciones del contrato. Pero saber que tenía esa oferta ahí, y otros pisos si al final no llegábamos a firmar en el que nos gustaba más, nos dio más fuerza de negociación.
Respecto a la hipoteca, si éste es tu caso, consulta con tu banco qué opciones tienes: periodos de carencia, extender plazos para bajar la cuota... Revisa también tu escritura. Si los números no salen y no consigues nada con tu banco, las opciones a valorar no son sencillas. La primera, cambiar la hipoteca de banco, lo que se conoce como subrogación. Firmas una hipoteca de cero y el nuevo banco liquidará la antigua. Esto supone unos gastos, pero puede salir a cuenta si extiendes el plazo, reduces cuota y/o tipo de interés. La otra opción, más dramática pero en algunos casos necesaria, supone vender la vivienda y buscar una nueva, de alquiler o de compra. Si es de alquiler, recuerda que debe haber pisos con alquileres por debajo de lo que pagas ahora. Y en el caso de compra, la idea sería intentar reducir la hipoteca al máximo, intentar que, con lo que obtengas en la venta, conseguir comprar una nueva vivienda. Y seguramente será más pequeña, será peor, en peor zona…
Por último, respecto a los préstamos, lo ideal sería liquidar aquellas deudas que tengan un alto tipo de interés. Por ejemplo, si tienes una tarjeta revolving al 20% y un préstamo al 8% TAE para un coche y otro al 10% de un viaje que hicisteis hace un año, negocia con alguna de las entidades ampliar el capital de uno de esos préstamos, o uno nuevo, a un tipo de interés similar, que sirva para liquidar la cuota de la tarjeta. Eso sí, que la cuota del préstamo sea similar a la de la tarjeta: la idea es pagar lo mismo que ya pagas pero a un tipo de interés inferior, por lo que acabarás liquidando esas deudas mucho antes. Esta propuesta se basa en que no tienes dinero para liquidar dichas deudas. Obviamente, si tienes el dinero para liquidarlas, no lo piensas más: ¡quítate esos préstamos!
Paso 6: Creamos nuestro presupuesto final
Ahora vamos a la pestaña de Proyecto Final. Tomando el presupuesto minimalista como base, revisamos nuestros gastos actuales. Y ahora, hemos de tomar decisiones: ¿qué incluímos y qué no? Partimos del supuesto siguiente: nuestro presupuesto minimalista es inferior a nuestros gastos y la diferencia es positiva.
Hemos de añadir aquello que realmente queremos y/o necesitamos, y asegurándonos que nuestros gastos sean inferiores a nuestros ingresos. A su vez, hemos de presupuestar una cantidad para el ahorro: cuanto más podamos destinar al ahorro, mejor. Estaremos mejor preparados para los imprevistos y momentos de dificultad.
Puedes usar la misma plantilla como inspiración. Hemos planteado una situación hipotética en ella donde verás la situación inicial, el proyecto minimalista y el proyecto de presupuesto final.
Muchos agregadores te permiten crear presupuestos. Ahora, puedes aplicar la funcionalidad de presupuestos en el agregador e introducir tus decisiones finales que has reflejado en la hoja de cálculo. Y, a partir de aquí, cíñete a tu plan.
Ejemplo aplicado en la hoja de cálculo:
Calité